BIENVENIDOS

ezpero lez agrade el kontenido de ezte zitio k fue hecho kon el zimple motivo de ezcribir miz penzamientoz y puntoz de vizta, tmbn miz libroz, muzica, frazez, e hiztoriaz favoritaz y algunaz de laz cualez uztedez me kieran compartir



no ze permite el uzo de palabraz ofenzivaz



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rezpetamoz todaz laz opinionez k uztedez pongan aki



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ezpero comentarioz, zugerenciaz y correcciones claro esta



nadie ez perfecto todoz noz equivocamoz



bueno zin maz k decir



me retiro



kon zu permizo



ezpero verloz pronto x aki



martes, 25 de enero de 2011

Afrodita,


Afrodita, en la mitología griega, diosa del amor y la belleza, equivalente a la Venus romana. En la Iliada de Homero aparece como la hija de Zeus y Dione, una de sus consortes, pero en leyendas posteriores se la describe brotando de la espuma del mar y su nombre puede traducirse como 'nacida de la espuma'. En la leyenda homérica, Afrodita es la mujer de Hefesto, el feo y cojo dios del fuego. Entre sus amantes figura Ares, dios de la guerra, que en la mitología posterior aparece como su marido. Ella era la rival de Perséfone, reina del mundo subterráneo, por el amor del hermoso joven griego Adonis.
Tal vez la leyenda más famosa sobre Afrodita está relacionada con la guerra de Troya. Eris, la diosa de la discordia, la única diosa no invitada a la boda del rey Peleo y de la nereida Tetis, arrojó resentida a la sala del banquete una manzana de oro destinada "a la más hermosa". Cuando Zeus se negó a elegir entre Hera, Atenea y Afrodita, las tres diosas que aspiraban a la manzana, ellas le pidieron a Paris, príncipe de Troya, que diese su fallo. Todas intentaron sobornarlo: Hera le ofreció ser un poderoso gobernante; Atenea, que alcanzaría una gran fama militar, y Afrodita, que obtendría a la mujer más hermosa del mundo. Paris seleccionó a Afrodita como la más bella, y como recompensa eligió a Helena de Troya, la mujer del rey griego Menelao. El rapto de Helena por Paris condujo a la guerra de Troya.

lunes, 24 de enero de 2011

atenea

Atenea, una de las diosas más importantes en la mitología griega. En la mitología latina, llegó a identificarse con la diosa Minerva, también conocida como Palas Atenea. Atenea salió ya adulta de la frente del dios Zeus y fue su hija favorita. Él le confió su escudo, adornado con la horrorosa cabeza de la gorgona Medusa, su 'égida' y el rayo, su arma principal. Diosa virgen, recibía el nombre de Parthenos ('la virgen'). En agradecimiento a que Atenea les había regalado el olivo, el pueblo ateniense levantó templos a la diosa, el más importante era el Partenón, situado en la Acrópolis de Atenas

lunes, 17 de enero de 2011

Apolo

Apolo (mitología), en la mitología griega, hijo del dios Zeus y de Leto, hija de un titán. Era también llamado Délico, de Delos, la isla de su nacimiento, y Pitio, por haber matado a Pitón, la legendaria serpiente que guardaba un santuario en las montañas del Parnaso. En la leyenda homérica, Apolo era sobre todo el dios de la profecía. Su oráculo más importante estaba en Delfos, el sitio de su victoria sobre Pitón. Solía otorgar el don de la profecía a aquellos mortales a los que amaba, como a la princesa troyana Casandra.
Apolo era un músico dotado, que deleitaba a los dioses tocando la lira. Era también un arquero diestro y un atleta veloz, acreditado por haber sido el primer vencedor en los juegos olímpicos. Su hermana gemela, Ártemis, era la guardiana de las muchachas, mientras que Apolo protegía de modo especial a los muchachos. También era el dios de la agricultura y de la ganadería, de la luz y de la verdad, y enseñó a los humanos el arte de la medicina.
Algunos relatos pintan a Apolo como despiadado y cruel. Según la Iliada de Homero, Apolo respondió a las oraciones del sacerdote Crises para obtener la liberación de su hija del general griego Agamenón arrojando flechas ardientes y cargadas de pestilencia en el ejército griego. También raptó y violó a la joven princesa ateniense Creusa, a quien abandonó junto con el hijo nacido de su unión. Tal vez a causa de su belleza física, Apolo era representado en la iconografía artística antigua con mayor frecuencia que cualquier otra deidad.

Artemis

Ártemis o Artemisa (mitología), en la mitología griega, una de las principales diosas, equivalente de la diosa romana Diana. Era hija del dios Zeus y de Leto y hermana gemela del dios Apolo. Era la rectora de los dioses y diosas de la caza y de los animales salvajes, especialmente los osos, Ártemis era también la diosa del parto, de la naturaleza y de las cosechas. Como diosa de la luna, se la identificaba a veces con la diosa Selene y con Hécate.
Aunque tradicionalmente amiga y protectora de la juventud, especialmente de las muchachas, Ártemis impidió que los griegos zarparan de Troya durante la guerra de Troya mientras no le ofrecieran el sacrificio de una doncella. Según algunos relatos, justo antes del sacrificio ella rescató a la víctima, Ifigenia. Como Apolo, Ártemis iba armada con arco y flechas, armas con que a menudo castigaba a los mortales que la ofendían. En otras leyendas, es alabada por proporcionar una muerte dulce y plácida a las muchachas jóvenes que mueren durante el parto.

Hefesto

Hefesto, en la mitología griega, dios del fuego y de la metalurgia, hijo del dios Zeus y de la diosa Hera o, en algunos relatos, sólo hijo de Hera. A diferencia de los demás dioses, Hefesto era cojo y desgarbado. Poco después de nacer lo echaron del Olimpo: según algunas leyendas, lo echó la misma Hera, quien lo rechazaba por su deformidad; según otras, fue Zeus, porque Hefesto se había aliado con Hera contra él. En la mayoría de las leyendas, sin embargo, volvió a ser honrado en el Olimpo y se casó con Afrodita, diosa del amor, o con Áglae, una de las tres gracias. Era el artesano de los dioses y les fabricaba armaduras, armas y joyas. Se creía que su taller estaba bajo el monte Etna, volcán siciliano. A menudo se identifica a Hefesto con el dios romano del fuego, Vulcano. La Fragua de Vulcano es el cuadro en el que Velázquez da su visión sobre los dioses transformándolos en campesinos o artesanos humanos

Hera

Hera es en la mitología griega, reina de los dioses, hija de los titanes Cronos y Rea, hermana y mujer del dios Zeus. Hera era la diosa del matrimonio y la protectora de las mujeres casadas. Era madre de Ares, dios de la guerra, de Hefesto, dios del fuego, de Hebe, diosa de la juventud, y de Ilitía, diosa del alumbramiento. Mujer celosa, Hera perseguía a menudo a las amantes y a los hijos de Zeus. Nunca olvidó una injuria y se la conocía por su naturaleza vengativa. Irritada con el príncipe troyano Paris por haber preferido a Afrodita, diosa del amor, antes que a ella, Hera ayudó a los griegos en la guerra de Troya y no se apaciguó hasta que Troya quedó destruida. Se suele identificar a Hera con la diosa romana Juno

zeus

Zeus es en la mitología griega, dios del cielo y soberano de los dioses olímpicos. Zeus corresponde al dios romano Júpiter.
Según Homero, se consideraba a Zeus padre de los dioses y de los mortales. No fue el creador de los dioses y de los hombres; era su padre, en el sentido de protector y soberano tanto de la familia olímpica como de la raza humana. Señor del cielo, dios de la lluvia y acumulador de nubes blandía el terrible rayo. Su arma principal era la égida, su ave, el águila, su árbol, el roble. Zeus presidía a los dioses en el monte Olimpo, en Tesalia. Sus principales templos estaban en Dódona, en el Epiro, la tierra de los robles y del templo más antiguo, famoso por su oráculo, y en Olimpia, donde se celebraban los juegos olímpicos en su honor cada cuatro años. Los juegos de Nemea, al noroeste de Argos, también estaban dedicados a Zeus.
Zeus era el hijo menor del titán Cronos y de la titánida Rea y hermano de las divinidades Poseidón, Hades, Hestia, Deméter y Hera. De acuerdo con uno de los mitos antiguos sobre el nacimiento de Zeus, Cronos, temiendo ser destronado por uno de sus hijos, los devoraba cuando nacían. Al nacer Zeus, Rea envolvió una piedra con pañales para engañar a Cronos y ocultó al dios niño en Creta, donde se alimentó con la leche de la cabra Amaltea y lo criaron unas ninfas. Cuando Zeus llegó a la madurez, obligó a Cronos a vomitar a los otros hijos, que estaban deseosos de vengarse de su padre. Durante la guerra que sobrevino, los titanes lucharon del lado de Cronos, pero Zeus y los demás dioses lograron la victoria y los titanes fueron enviados a los abismos del Tártaro. A partir de ese momento, Zeus gobernó el cielo, y sus hermanos Poseidón y Hades recibieron el poder sobre el mar y el submundo, respectivamente. Los tres gobernaron en común la tierra.
En la obra del poeta griego Homero, Zeus aparece representado de dos maneras muy diferentes: como dios de la justicia y la clemencia y como responsable del castigo a la maldad. Casado con su hermana Hera, es padre de Ares, dios de la guerra; de Hebe, diosa de la juventud; de Hefesto, dios del fuego, y de Ilitía, diosa del parto. Al mismo tiempo, se describen las aventuras amorosas de Zeus, sin distinción de sexo (Ganimedes), y los recursos de que se sirve para ocultarlas a su esposa Hera.
En la mitología antigua son numerosas sus relaciones con diosas y mujeres mortales, de quienes ha obtenido descendencia. También sus metamorfosis en diversos animales para sorprender a sus víctimas, como su transformación en toro para raptar a Europa (véase Los toros y la mitología). En leyendas posteriores, en las que se introducen otros valores morales, se pretende mostrar al padre de los dioses a salvo de esta imagen libertina y lasciva. Sus amoríos con mortales se explican a veces por el deseo de los antiguos griegos de vanagloriarse de su linaje divino.
En la escultura, se representa a Zeus como una figura barbada y de apariencia regia. La más famosa de todas fue la colosal estatua de marfil y oro, del escultor Fidias, que se encontraba en Olimpia.

la mitologia griega

La Mitología griega son creencias y observancias rituales de los antiguos griegos, cuya civilización se fue configurando hacia el año 2000 a.C. Consiste principalmente en un cuerpo de diversas historias y leyendas sobre una gran variedad de dioses. La mitología griega se desarrolló plenamente alrededor del año 700 a.C. Por esa fecha aparecieron tres colecciones clásicas de mitos: la Teogonía del poeta Hesíodo y la Iliada y la Odisea del poeta Homero.
La mitología griega tiene varios rasgos distintivos. Los dioses griegos se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan también sentimientos humanos. A diferencia de otras religiones antiguas como el hinduismo o el judaísmo, la mitología griega no incluye revelaciones especiales o enseñanzas espirituales. Prácticas y creencias también varían ampliamente, sin una estructura formal — como una institución religiosa de gobierno — ni un código escrito, como un libro sagrado.
Principales dioses
Los griegos creían que los dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia, como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una sociedad organizada en términos de autoridad y poderes, se movían con total libertad y formaban tres grupos que controlaban sendos poderes: el cielo o firmamento, el mar y la tierra.
Los doce dioses principales, habitualmente llamados Olímpicos, eran Zeus, Hera, Hefesto, Atenea, Apolo, Artemisa, Ares, Afrodita, Hestia, Hermes, Deméter y Poseidón.

viernes, 14 de enero de 2011

Libros sobre Vampiros

Libros sobre Vampiros
Al margen de la literatura científica o erudita sobre vampiros que se puede encontrar a lo largo de la historia (como los trabajos de Agustín Calmet, Voltaire, Descartes, Rosseau o el Padre Feijoo), los libros sobre vampiros surgidos dentro del genero de ficción han sido uno de los factores que más ha contribuido a la creación, mantenimiento y expansión del mito del vampiro. Especialmente a partir del siglo XIX, durante la época del romanticismo, es cuando empiezan a aparecer mayor cantidad de obras y relatos sobre vampiros.
A pesar de no ser la primera que habla sobre vampiros, pues había ya algunas obras aparecidas anteriormente que hacían clara referencia al vampirismo, la novela gótica más famosa sobre vampiros es Drácula, de Bram Stoker (publicada en 1897).
Esta novela eclipsó prácticamente a cualquier otra publicada sobre la figura del vampiro a lo largo del siglo XX... hasta que a finales del mismo, de la mano de Anne Rice, se puede encontrar el mayor acercamiento a la figura del vampiro hasta el momento con su saga Crónicas Vampíricas.
En 1986, el escritor británico Brian Lumley, desarrolló otra importante aportación al género literario de vampiros con su serie las Crónicas Necrománticas.
A principios de los 90 aparece The Vampire Diaries, una serie de novelas escritas por L. J. Smith
Más recientemente, ya en el siglo XXI, en 2004 el escritor sueco John Ajvide Lindqvis publicó su obra Déjame Entrar, la historía de un niño (Oscar) solitario y asustado por sus compañeros de colegio, que conoce a Eli, una vampiresa que aparenta 12 años.
Al año siguiente en 2005 aparece la saga de más éxito sobre vampiros modernos, compuesta por las novelas Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer, escritas por Stephenie Meyer, sobre el romance entre Edward Cullen, un vampiro de 100 años con apariencia de tener 17 y Bella Swan, una adolescente normal.
En 2008 se empieza a publicar otra saga sobre vampiros y adolescentes, escrita por Claudia Gray...
Y así cada vez aparecen nuevas obras, series de televisión y películas sobre vampiros, haciendo así que el mito haya alcanzado en la actualidad su mayor expansión.

Películas de Vampiros

Películas de Vampiros

"... Algunas de las mejores películas de Vampiros "

A lo largo de la historia del cine han sido muchas las películas que se han hecho sobre vampiros. Como sería imposible, por motivos físicos, incluírlas todas, hemos realizado una selección de las mejores películas de vampiros.

El principal icono del cine de vampiros es Drácula. Las diversas versiones cinematográficas del mito creado por Bram Stoker, merecen por supuesto, figurar entre las mejores películas de vampiros y, seguramente, entre las mejores películas de miedo.
Aparte de Drácula, empezando desde Nosferatu, estas son, a nuestro juicio, las mejores películas de vampiros de la historia del cine:
Entrevista con el Vampiro
La versión cinematográfica del betseller de Anne Rice. A través de esta película podemos conocer a los personajes que habitan en el mundo vampírico de esta autora y sus crónicas vampíricas...
Nosferatu, F.W. Murnau, 1922
Uno de los mayores clásicos del cine de vampiros. Una película rodeada por el misterio. Años más tarde inspirará el rodaje de "La Sombra del Vampiro".
El Baile de los Vampiros, Roman Polansky, 1967
El baile de los vampiros es una parodia de las películas de vampiros, donde R. Polansky mezcla inteligentemente el humor con una dosis de terror muy suave.
Los Viajeros de la Noche, Kathryn Bigelow, 1987
Una de las películas de culto sobre vampiros, posiblemente marca el inicio de la imagen moderna del vampiro. La historía de un joven que se enamora de una vampiresa y se ve obligado a convertirse en un miembro más de la familia
Abierto Hasta el Amanecer, Robert Rodríguez, 1995
Una película de vampiros diferente a todas las demás. Merece ocupar un lugar entre las mejores ya que ha pasado a ser ya todo un clásico.
Drácula (B. Stoker), de Francis F. Coppola, 1992
Posiblemente la mejor adaptación al cine de la novela de Coppola, la más fiel al relato original, con excelentes aportaciones de su director para crear una gran película.
Drácula, Terence Fisher, 1958
El primer Drácula en color, interpretado por Christopher Lee, uno de los grandes actores del cine de terror. Esta versión es más fiel a la historia que la de Browning.
Drácula, Tod Browning, 1931
Interpretada por Bela Lugosi, el actor que más ha aportado a la creación del personaje del Conde. Se cuenta que el mismo se metió de tal modo en el papel que dormía en un ataud durante el rodaje.
Martin, George A. Romero, 1977
Romero rompe con buena parte de los tópicos del género, ofreciendo un vampiro más humano, que nos hace dudar siempre si el joven imagina su vampirismo, o es realmente un vampiro .
Noche de Miedo, Tom Holland, 1985
Una buena película de terror de los 80. Un vampiro se muda a vivir a una nueva casa, donde es espiado por un vecino algo curioso y aficionado al tema del vampirismo.

Orígenes de los vampiros

Orígenes de los vampiros
Aunque a veces puede parecer que fue Bram Stoker, con Drácula, el creador del vampirismo y del mito del vampiro, los orígenes de esta criatura se remontan a tiempos inmemoriales.

Casi siempre tratamos, por lo tanto, de buscar los orígenes del vampirismo o de los vampiros en la literatura y tal vez no vamos mal encaminados, pero no debamos limitarnos a las obras fantásticas que están inspiradas en ellos.
 
Los egipcios, los chinos, los babilonios, los griegos o los romanos, entre otras muchas civilizaciones, hablaban ya hace mucho tiempo de criaturas y monstruos que chupaban la sangre.

La palabra vampiro tiene traducción idéntica en multitud de países: vampyr en Serbia, pamgri en Hungría, danag en Filipinas, kosac en croata, upir en ruso y muchísimas más.

El origen etimológico de la palabra "vampiro" es eslavo ( "vampir") y su significado sería algo a medias entre un ser volador, bebedor-succionador de sangre y lobo.

Posteriormente, a través del alemán, el término pasaría al húngaro, aunque no parece introducirse en las lenguas de la Europa Occidental hasta 1730, a causa de un misterioso episodio de histeria colectiva desatado precisamente en Hungría.

Pero remontémonos mas atrás en el tiempo y hagamos un pequeño repaso de la figura del vampiro a lo largo de la historía y su presencia en las diferentes culturas:

En el antiguo Egipto encontramos deidades vampíricas como Srun, caracterizado por aspecto de lobo con largos colmillos, que se alimentaba de los cuerpos de sus víctimas humanas

En la antigua Grecia, existía en su mitología la leyenda de "Lamia'', que era hija del rey oriental Belus y cuyos hijos fueron asesinados por la diosa Hera al conocerse que ''Lamia'' tuvo un romance con Zeus. Para vengarse, ''Lamia'' comenzó a perseguir a todos los niños que se encontraba para extraerles la sangre para alimentarse. Esta leyenda se convirtió en superstición que se transmitía en las zonas rurales de Grecia y que contaba que ''Lamia'' atacaba a todos los viajeros extraviados, seducidos por la belleza de la "chupasangre". Este caso es el más parecido a la concepción histórica de vampiro. También en la mitología griega se encuentra el caso de ''Empusa'', hija de la diosa Hécate, un ser con pies de bronce y monstruoso que podía transformarse en una bella mujer y conquistaba a los hombres para aprovecharse de su sangre. Además en la Hélade existían en sus leyendas las ''striges'', deidades con rostro de mujer y cuerpo de pájaro que absorbían la sangre de los humanos mientras estos dormían. También existía un ser llamado ''Vrycolaka'', que atacaba a su familia después de muerto.

Autores como Virgilio, Plinio, Herodoto, Homero o Aristófanes creían en la existencia de licántropos, además de otros seres espectrales denominados "empusas" - emparentados posteriormente con los "lémures" romanos (espíritus de difuntos) - que adoptaban aspectos diferentes para asesinar niños y alimentarse de su sangre.

En la Roma Clásica, además de los ya mencionados "lémures", se temía también la aparición de Strix, un vampiro volador que sembraba el terror entre los campesinos.

En la antigua china se temía a un vampiro capaz de chupar la sangre de sus víctimas en unos pocos segundos, llamado "Kiang". Además también se tiene conocimiento de un diablo, "Giang Shi", que actuaba de la misma manera.

Haciéndo un considerable salto en el tiempo, en el folclore centroeuropeo, especialmente en Rumania, nos encontramos con que los campesinos sentían un profundo temor ante la siempre intuída presencia del "Strigoi", un repugnante ser con patas de caballo o cabra, que se alimentaba de su sangre mientras dormían.

Todo esto sin olvidar que, según algunas interpretaciones del Antiguo Testamento, el primer vampiro de la historia fue Caín ya que, después de matar a su hermano Abel, renegó de Dios y fue condenado a vagar el resto de sus días, oculto en las tinieblas, lejos de la luz del sol, alimentándose "de cenizas y de sangre".

Evidencias Históricas de Vampirismo

Evidencias Históricas de Vampirismo
La creencia en vampiros, demonios y otros seres de la oscuridad se remonta tiempos tan antiguos como los orígenes mismos de la humanidad. Desde entonces, a lo largo de los siglos, cualquier humano de cualquier cultura ha podido experimentar el miedo-atracción a los vampiros con la misma facilidad que aún hoy cualquiera podría...
Por supuesto esto hace que a lo largo de toda la historia se acumulen escritos, relatos, leyendas, supersticiones, etc... que hacen directamente referencia al tema del vampirismo y a la existencia de vampiros, así como al temor desencadenado por estos seres nocturnos siempre misteriosos.
Sin embargo, entre esta gran proliferación de documentos y textos escritos que de algún modo aluden al vampirismo, es difícil, a veces, separar aquello que puede tener una base real de aquello otro que es contenido puramente "literario" (ficción, fantasía... sin más).
Debido a esto, al margen de la existencia de muchas otros documentos y "pruebas" que podrían ser incluidos en esta sección, hemos querido prestar especial atención a dos autores, presentando brevemente algunos de sus escritos, por la especial relevancia que en su tiempo pudieron tener tanto sus opiniones como los propios personajes. Se trata, por un lado, del filósofo Voltaire -personaje cuya racionalidad y prestigio no puede ser puesto en duda en modo alguno- y por otra parte, acercándonos a un punto de vista más religioso, el padre Agustín Calmet -gran erudito y estudioso que, en su tiempo, dedicó gran parte de su vida al estudio de temas como el vampirismo y las apariciones, publicando al respecto extensos volúmenes con todos los detalles de sus estudios y conclusiones-.

Dom Augustin Calmet -Dissertation sur les vampires -
Dom Agustin Calmet fue un benedictino de la congregación de St. Vannes. En 1746 publicó un largo tratado titulado "Dissertation sur les apparitions des esprits et sur les
vampires et revenants" (Tratado acerca de las apariciones de espíritus y acerca de los vampiros y revinientes), en dos volúmenes. El libro logró gran difusión en su época, siendo considerado como el primer estudio amplio respecto a los vampiros en Europa.
Gran erudito de su época, autor de numerosos ensayos de temas religiosos y de un elaborado y reconocido comentario bíblico, comenzó a interesarse por extrañas "nuevas modalidades de apariciones" que, según él, habían comenzado unos sesenta años atrás -en aquel momento y lugar-. Fruto de este interés y gracias a sus relaciones personales con otros clérigos de la Europa de la época, Calmet consiguió reunir información suficiente como para escribir un tratado.
Aunque la intención original de Calmet era centrarse en el vampirismo, a lo largo de su investigación fue recopilando otras informaciones sobe otros fenómenos y apariciones de tipo más clásico, por lo que decidió publicarlas por separado. Finalmente publicó su obra en dos volúmenes. El primero: "Tratado de las apariciones de los ángeles, de los demonios y de las almas de los difuntos" y el segundo: "Disertación sobre los revinientes en cuerpo, los excomulgados, los upiros o vampiros, brucolacos, etc."
La publicación obtuvo de inmediato un gran éxito con repetidas ediciones a lo largo del tiempo, aunque a Calmet le costó convertirse en el blanco preferido de las burlas de los iluminados e incluso los católicos dejaron de tener en consideración sus antiguos tratados bíblicos. Su nombre hoy en día aparece casi exclusivamente ligado al tema del vampirismo en bibliografías relacionadas .
"los que los creen verdaderos me acusarán de temeridad y de presunción, por haberlos puesto en duda, o incluso haber negado su existencia y su realidad; los otros me echarán en cara haber empleado el tiempo en tratar esta materia, que pasa por frívola e inútil en el espíritu de muchas gentes de buen sentido"
"Los revinientes de Hungría, o vampiros, [...] son unos hombres muertos desde hace un tiempo considerable, más o menos largo, que salen de sus tumbas y vienen a inquietar a los vivos, les chupan la sangre, se les aparecen, provocan estrépito en sus puertas y en sus casas, y, en fin, a menudo les causan la muerte. Se les da el nombre de vampiros o de upiros, que significa en eslavo, según dicen, sanguijuela".
- Dissertation sur les vampires Dom Augustin Calmet -

Voltaire. Diccionario Filosófico, tomo VI, p. 180-183. [Traductor desconocido]
Vampiro
" ¿Es posible que haya vampiros en el siglo XVIII, después del reinado de Locke, de Saftersbury, de Trenchard y de Collins? ¿Y en el reinado de d'Alembert, de Diderot, de Saint Lambert y de Duclós se cree en la existencia de los vampiros, y el reverendo benedictino dom Agustín Calmet imprimió y reimprimió la historia de los vampiros con la aprobación de la Sorbona?

Los vampiros eran muertos que salían por la noche del cementerio para chupar la sangre a los vivos, ya en la garganta, ya en el vientre, y que después de chuparla se volvían al cementerio y se encerraban en sus fosas. Los vivos a quienes los vampiros chupaban la sangre, se quedaban
pálidos y se iban consumiendo; y los muertos que la habían chupado engordaban, les salían los colores y estaban completamente apetitosos. En Polonia, en Hungría, en Silesia, en Moravia, en Austria y en Lorena, eran los países donde los muertos practicaban esa operación. Nadie oía
hablar de vampiros en Londres ni en París. Confieso que en esas dos ciudades hubo agiotistas, mercaderes, gentes de negocios que chuparon a la luz del día la sangre del pueblo; pero no estaban muertos, sino corrompidos. Esos verdaderos chupones no vivían en los cementerios, sino en magníficos palacios.

¿Quién es capaz de creer que la moda de los vampiros la adquirimos de Grecia? No de la Grecia de Alejandro, de [p. 181] Aristóteles, de Platón, de Epicuro y de Démostenes, sino de la Grecia cristiana y por desventura cismática.
Hace mucho tiempo que los cristianos del rito griego creían que los cuerpos de los cristianos del rito latino, que se enterraban en Grecia, no se pudrían, porque estaban excomulgados.
Creían precisamente lo contrario que nosotros los cristianos del rito latino, que creemos que los cuerpos que no se corrompen son los que tienen impreso el sello de la bienaventuranza eterna, y en cuanto se pagan a Roma cien mil escudos por la canonización de cada santo, tributamos a éste la adoración de dulía.

Los griegos están convencidos de que sus muertos son hechiceros, y les dan el nombre de broucolacas. Los muertos griegos van a las casas a chupar la sangre de los niños, a comerse la cena de los padres y de las madres, a beberse el vino y a romper todos los muebles. Sólo puede hacérseles entrar en razón quemándolos cuando los atrapan; pero se necesita tener la precaución de no ponerlos en el fuego hasta después de haberles arrancado el corazón, que debe quemarse aparte.

El célebre Tournefort, emisario que mandó a Levante Luis XIV, lo mismo que otros aficionados, fue testigo de algunas jugarretas atribuidas a uno de los broucolacas y de la citada ceremonia.

Después de la maledicencia nada se comunica tan rápidamente como la superstición, el fanatismo, el sortilegio y los cuentos de aparecidos. Pronto hubo broucolacas en Valaquia, en Moldavia y en Polonia, aunque esta nación pertenece al rito romano y no le faltaba más que esta superstición, que se transmitió a toda la parte oriental de Alemania. Continuamente
estuvieron ocupándose de los vampiros desde 1730 hasta 1735; los espiaron, les arrancaron el corazón y los quemaron; pero semejantes a los antiguos mártires, cuantos más quemaban más aparecían.

Calmet fue su historiógrafo, y se ocupó de los vampiros, como antes se había ocupado del Antiguo y del Nuevo Testamento, refiriendo fielmente todo lo que sobre esta materia habían dicho antes que él.

Debe ser una cosa curiosísima examinar los procesos verbales jurídicamente entablados a los muertos que salieron de sus fosas para chupar la sangre a los niños y a las niñas de la vecindad. Calmet refiere que en Hungría dos empleados que para este objeto nombró el emperador Carlos VI, con el bailío y el verdugo, fueron a formar causa a un vampiro, muerto seis semanas antes, que chupaba la sangre de los niños de la vecindad, y le encontraron cerrado
en el ataúd, fresco, robusto, con los ojos abiertos y pidiendo de comer. El bailío dictó la sentencia; el verdugo arrancó el corazón al vampiro, y después de esta [p. 182] operación ya
no chupó la sangre a nadie. Después de este caso nadie debe atreverse a dudar de los muertos resucitados que llenan las antiguas leyendas, ni de ninguno de los milagros que refieren Bollandus y el sincero y reverendo Ruinard.

Encontramos historias de vampiros hasta en las Cartas judías de Argens, a quien los jesuitas acusaron de incrédulo y que luego saborearon su triunfo, cuando el citado autor refirió la historia del vampiro de Hungría, y dieron gracias a Dios y a la Virgen por la conversión de Argena. He aquí lo que dijeron del referido autor: «El famoso incrédulo que dudó de la aparición del ángel a la Virgen, de la estrella que vieron los Reyes Magos, de que se curaran los poseídos, de que se ahogaran dos mil cerdos en un lago, del eclipse que hubo de sol en luna llena, de los muertos que se paseaban por Jerusalén; tocado por la divina gracia, se iluminó su
espíritu, y cree en la existencia de los vampiros».

La gran cuestión que hubo entonces fue averiguar si aquellos muertos resucitaron por su propia virtud, por el poder de Dios o por el poder del diablo. Los grandes teólogos de Lorena, de Moravia y de Hungría hicieron públicas sus opiniones y su ciencia. Recordaron todo cuanto antes San Agustín, San Ambrosio y otros santos dijeron más ininteligible respecto a los vivos y a los muertos. Trajeron a colación todos los milagros de San Esteban que están incluidos en el séptimo libro de las obras de San Agustín, y he aquí uno de los más curiosos. Quedó aplastado un joven en África en la ciudad de Aubzal bajo las ruinas de una muralla, y la viuda fue inmediatamente a invocar a San Esteban, de quien ella era devota, y San Esteban resucitó al
aplastado, al que le preguntaron qué es lo que había visto en el otro mundo: «Señores, contestó a los que le preguntaban: cuando mi alma salió de mi cuerpo, encontró infinidad de almas que le hicieron la misma pregunta respecto al mundo. Yo iba no sé a donde cuando encontré a San Esteban, que me dijo: «Devolved lo que habéis recibido». Yo le repliqué: «¿Qué queréis que os devuelva si nunca me disteis nada?» Me repitió tres veces: «Devolved lo que habéis recibido».
Entonces comprendí que quería hablar del Credo. Recé el Credo, y en seguida me resucitó. Citaron además los referidos teólogos las historias que refiere Sulpicio Severo en la vida de San Martín, y probaron que entre los muertos que resucitó San Martín devolvió la vida a un condenado; pero todas esas historias, aunque sean verdaderas, no tenían nada que ver con los vampiros que chupaban la sangre de los niños y luego volvían a meterse en sus ataúdes.
Buscaron también en el Antiguo Testamento y en la mitología algún vampiro que pudieran presentar como caso antiguo; no [p. 183] encontraron ninguno, pero probaron, sin embargo, que los muertos comían y bebían, fundándose en que algunos pueblos antiguos les metían alimentos en las fosas.

Cuestionaron también si comía el alma o el cuerpo del muerto, y quedó decidido que comían la una y el otro. Los platos más delicados y de poca substancia, como los merengues y la crema, se los comía el alma, y el rost-bif y el bifs-teak se los comía el cuerpo.
Decían que los reyes de Prusia fueron los primeros que después de muertos se hacían servir alimentos, y que los imitaban casi todos los reyes de entonces, pero fueron los frailes los que se les comían la comida y la cena y los que se les bebían el vino; de modo que, hablando con propiedad, los reyes no eran vampiros; los verdaderos vampiros son los frailes, que comen a expensas de los reyes y de los pueblos.

Verdad es que San Estanislao, que había comprado gran extensión de terreno a un gentilhombre polaco y no se lo había pagado, perseguido por los herederos ante el rey Boleslao, resucitó a dicho gentilhombre; pero fue únicamente para pagarle la deuda, y no se dice que
diera ni un solo vaso de vino al vendedor, que se volvió al otro mundo sin comer ni beber.
Se agita con frecuencia la grave cuestión de si puede absolverse al vampiro que murió excomulgado; no soy teólogo bastante profundo para decidirlo; pero por mi parte yo lo absolvería porque cuando hay que escoger entre dos partidos dudosos, debe elegirse el más benigno.

El resultado de todo es que una gran parte de Europa estuvo infestada de vampiros durante cinco o seis años, y que hoy ya no existen; que hubo convulsionarios en Francia durante más de veinte años, y que hoy ya no los hay; que resucitaron muertos durante algunos siglos, y que hoy ya no los resucitan; que tuvimos jesuitas en España, en Portugal, en Francia y en las Dos Sicilias, y que hoy ya no los tenemos "

Mitos y Leyendas sobre vampiros


Mitos y Leyendas sobre vampiros
El mito del vampiro -y la figura y representación del vampiro- han cambiado mucho a lo largo de la historia -y de su historia-, más como una proyección inconsciente de aquellos que han versado sobre el tema que otra cosa -ya que nadie ha visto a un vampiro de verdad, al menos que pueda contarlo...-
Sin embargo la evolución es evidente, a través de algunas leyendas, relatos, películas o cualquier otra forma de expresión que ponen de manifiesto algunas de las principales características de este mito.
Esta evolución a la que me refiero podría entenderse como una racionalización humana de algo que, en su más profundo origen, inspiraba un terror real y auténtico hacia una versión idealizada del propio objeto de terror, que llega a convertirse en una proyección de nuestros deseos más ocultos. Esto es evidente en la medida en que la figura del vampiro en la actualidad podría simbolizar perfectamente algunos atributos de oscuro deseo (como poder, inmortalidad, belleza, fuerza sobrenatural...) algo bastante alejado de la figura del vampiro original que inspiraba únicamente miedo.
Esta clara evolución del mito del vampiro, al que el paso de los años ha ido revistiendo de aquellas cualidades "prohibidas" objeto de deseo del propio ser humano, podría considerarse una forma lógica de acomodar a la cultura del mundo actual este antiguo mito (que sobrevive a partir de antiguas y lejanas historias y leyendas).
Y es este hecho -el de que el vampirismo se perciba en nuestros días como algo "lejano" y/o en todo caso meramente ficticio- el que ha provocado en parte esta evolución. Esto es bastante lógico si comparamos el mundo actual en el que solamente existen vampiros en el cine con la Europa de siglos pasados en los que el vampirismo era un problema real y cercano (inspirador del más profundo de los temores).
Pero al margen de otro tipo de consideraciones existen una serie de características o rasgos distintivos del vampiro (a través de su propia "evolución") que son claramente definitorios de este tipo de criatura, y , curiosamente, al hacer un breve repaso de la historia y literatura (sin necesidad de adentrarse demasiado en el tema) también podemos observar como no existe un acuerdo demasiado grande en torno a estas cualidades "exclusivamente vampíricas". A continuación algunos ejemplos:

La Inmortalidad

Aunque parece existir en este caso un total acuerdo en todas las versiones y leyendas que tratan el mito de los vampiros sobre la inmortalidad... también parece existir un total acuerdo sobre su "destructibilidad"... Es decir, aunque los vampiros son siempre inmortales siempre pueden ser destruídos de algún modo ¿curioso, no?

Los simbolos religiosos

Aquí existe gran disparidad entre las diferentes representaciones de los vampiros con respecto a su odio hacia los simbolos religiosos (que pueden incluso llegar a destruirles en alguos casos). En general en las versiones más clásicas del mito el vampiro siente odio y repulsión por todo lo relacionado con Dios o la religión (como crucifijos o iglesias). No hay que olvidar que algunas de las explicaciones del origen del vampirismo están directamente relacionadas con la religión. Por otra parte, a medida que tomemos versiones del mito más modernas (hasta la actualidad) veremos como esta característica va desapareciendo sin más hasta el punto de que a los vampiros modernos no parece afectarles ni importarles demasiado la religión...

La Luz del Día

Del mismo modo en las versiones más clásicas del mito la luz del día es una de las cosas que más odian los vampiros (y que más fácilmente puede destruirles), en cambio en las versiones modernas de hoy en día (sobre todo en las cinematográficas) vemos como también hay cada vez más vampiros que se pasean a plena luz sin ningún problema... En medio de esto algunas interpretaciones consideran que el vampiro puede moverse durante el día, aunque se encuentra limitado ya que no dispone de sus poderes.

Cambiar de forma

Otra característica del mito clásico (del vampiro) es la facultad para poder cambiar de forma y aparecer como animal (típicamente un murciélago) o incluso como niebla (esto aparece en Drácula de Bram Stoker) que también ha ido olvidándose con los años y parece ser poco común en vampiros de hoy en día (que parecen estar más pendientes de vivir historias de amor con adolescentes que de atemorizar al personal siguiendo las viejas tradiciones).